Todo se puede transformar
Ésta historia empieza con los muebles que teníamos en casa, unos estaban aquí cuando nos cambiamos de casa, otros los compramos rápido por necesidad y una mesa que nos regalaron, no combinaban, tenían colores y estilos opuestos, estaban en distintos puntos de la casa y en realidad no ayudaban a la estética o funcionalidad. Como familia necesitábamos un mueble completo, hice bosquejos de lo que quería y emprendí la búsqueda de cotizaciones, solo logré decepcionarme, me di cuenta que no podíamos pagar el mueble soñado, por lo que tuve que cambiar mi mentalidad y decir: “Tengo que trabajar con lo que tengo”, y así empezó la nueva búsqueda.
Encontré una
joven que hace restauraciones incluso de muebles muy viejos, algunos sacados de
la basura y otros en partes, pero ella con buen ojo y una excelente habilidad
logra transformarlos en algo completamente distinto a pesar de ser la misma
base. Se logra ver las transformaciones de lo que era a lo que ahora es y ¡Qué
cambio! De la basura, usado, tirado, raspado o desechado a algo nuevo, útil,
funcional y además bello. Aprendí en el proceso que todo en buenas manos se
puede transformar, justo como Dios lo hace.
Dios es el transformador y restaurador por
excelencia, tiene las mejores manos, ya sea que estemos sucios, rotos o
descocidos como dicen por ahí, Dios TRANSFORMA. Él trabaja con lo que hay, como
somos su creación y diseño, sabe que provenimos de excelente madera, pero a
veces llegamos a su taller ya muy correteados, aun así, no se rinde y trabaja,
moldea, lija, resana y pinta todo lo que sea necesario para reconstruirnos y
transformarnos en un nuevo ser.
Con los muebles que mencioné al principio
hicimos un librero integral con escritorio incluido, parecía que cada pieza fue
diseñada para estar unida con la otra, pero no había sido así, se tuvieron que
cortar algunas partes excedentes para que ajustara a la medida, otras se
unieron con tornillos y se agregaron tablones para lograr hacer una UNIDAD con
todas esas piezas.
Dios nos une cual rompecabezas, así como el
mueble, no importa en cuántas piezas nos hayamos roto o en qué condiciones
llegue cada una, Él personalmente recoge todos los pedazos para poder
renovarnos ¡Sí! En ocasiones nos corta y nos une y puede doler o no gustarnos,
pero cuando está el resultado final nos damos cuenta que todo valió la pena y
que cooperar con su plan realmente facilita todo lo que vivimos.
Dios es el gran transformador de almas, nos
mejora y nos deja brillantes para que encontremos la felicidad plena.
“Oh Señor con tus manos perfectas, corta, lija,
restaura y resana todo lo que necesite, Señor quiero ser una pieza nueva y
mejorada que viva feliz y plena, trabajando y disfrutando de todo lo que has
creado especialmente para mi” Amén
ARGIE MELERO DE OSUNA
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